El anuncio muestra un contraste entre dos situaciones que suceden al mismo tiempo. Los protagonistas son un padre y su hija fallecida en el marco de la celebración del día de muertos. Por un lado, se encuentra el padre en su hogar, recordando y anhelando a su hija con un discurso melancólico y nostálgico, mientras cocina los platillos que se degustarán durante la festividad. En otro escenario, se observa a la hija recorriendo un lugar sombrío y solitario, hasta llegar al puente de cempasúchil “que conecta el mundo de los vivos con el mundo de los muertos”. A partir de ahí, se produce una disrupción en el espacio-tiempo-realidad. Gracias a una fuerza espiritual, ambos se transportan a una especie de sitio intermedio, donde logran reencontrarse y abrazarse una vez más. Sin embargo, el momento se termina, la hija se desvanece y el padre regresa al mundo real, donde continúa recordando a su hija durante la comida con el resto de la familia.
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