
Crush, flechazo… reflexionemos un poco sobre ello. ¿Qué significa? ¿cómo se manifiesta y en qué se basa?
Al afirmar que tenemos un crush, se hace referencia a una persona que nos atrae o despierta nuestro interés, ya sea que le conozcamos de manera cercana o desde la distancia. Por cualquier motivo, afloran emociones felices y eufóricas al convivir, observar o pensar en ese alguien.
Podría compararse al enamoramiento, aunque el concepto del crush en nuestros días se sostiene en una dimensión distinta y peculiar, con sus propias características y modos de manifestarse.
Antes de abordar lo anterior a profundidad, repasemos algo curioso. El término “amor platónico” fue acuñado por Marsilio Ficino en el siglo XV, con base en la doctrina filosófica de Platón. El filósofo griego planteó que el amor no se basa en la importancia y admiración de las cualidades físicas o materiales, sino en la contemplación de la esencia del alma o espíritu (que serían los ideales, valores, sentimientos, personalidad, carácter y todo lo que conforma la identidad simbólica de las personas).
Sin embargo, actualmente el término se utiliza para referirse a un amor concebido como inalcanzable o imposible, debido a limitaciones personales, espaciales o temporales, por ejemplo. Tiene relación con el crush, dado que éste suele desarrollarse en torno a la idea de que no es posible acercarse o mantener relación con esa persona deseada.
Mientras no traspase límites delicados, puede ser una vivencia gratificante y beneficiosa. Al tener un flechazo, se experimentan emociones como la alegría, ilusión, exaltación, curiosidad y esperanza. Genera alteraciones físicas tal cual sucede en el enamoramiento, a pesar de que aún no trasciende a ese nivel. Se liberan hormonas: dopamina, oxitocina y vasopresina, culpables de la constante euforia y felicidad.
Sin esperarlo, de forma involuntaria el individuo se halla ensimismado en cualquier momento o situación, sonriendo sin una razón específica o distrayéndose de las actividades cotidianas. Cuando hay cercanía, el nerviosismo y la torpeza suelen tomar todo control de las acciones, lo que incrementa al sumarse la timidez e inseguridad.
El flechazo romántico se sostiene en la idealización y fantasía. Al principio no existe un conocimiento profundo de la otra persona, por lo que se tiende a imaginar y crear escenarios mentales en un intento por visualizar más allá. Se genera un tipo de fantasía que puede modificarse con el acercamiento real cuando se descubre la verdadera identidad, y así el sentimiento se profundiza, o por el contrario, se desvanece.
El comportamiento humano es impredecible y, por lo tanto, difícil de comprender con certeza. Resulta peculiar cómo las explicaciones apenas se distinguen cuando se trata de los sentimientos. La manifestación de un crush se sitúa en un punto singular. Imaginación y fantasía ocupan un lugar sustancial. Si bien es posible la ilusión de que el sentimiento sea correspondido en algún momento, no siempre es el objetivo. Se sustenta en la admiración de las cualidades, la curiosidad y el deseo de conocimiento. Se preocupa sin esperar nada a cambio y disfruta los pequeños detalles del momento. Representa un nivel especial de satisfacción.
Asimismo, el reconocimiento y la percepción social presentes en dicho fenómeno contribuyen a la construcción dinámica de la identidad. Como afirma Gilberto Giménez, las personas se conciben cuando los demás los reconocen. Al tomar consciencia de la existencia del otro, se le otorga valor como individuo particular. Formulamos una primera impresión de esa persona, entendemos que es diferente y realizamos inferencias sobre su personalidad, sus ideas y demás características.
Retomando el concepto de crush en la juventud posmoderna, ¿es posible que este fenómeno contribuya a desprenderse del individualismo que caracteriza a la sociedad actual? Pensemos en el planteamiento de Zygmunt Bauman sobre el amor líquido. El autor sostiene que en la actualidad las relaciones interpersonales se caracterizan por una fragilidad y desvinculación emocional. Los lazos afectivos son efímeros y carecen de profundidad. Falta el sentido del compromiso. En efecto, es una realidad que se aprecia a nuestro alrededor, pero al tomar consciencia de ello, se vislumbran nuevas posibilidades para mejorar la situación.
Muchos jóvenes ahora adoptan concepciones sobre el amor diferentes al pasado. A pesar de que el atractivo físico aún ocupa un lugar crucial en el foco de atención —debido al imperio de la imagen dentro de espacios antropológicos y digitales como las redes sociales—, también se incluyen otras dimensiones estéticas relacionadas con el valor simbólico, la cotidianidad y el bienestar emocional. La atracción por alguien puede deberse al intelecto, a los valores e ideales, a las acciones o incluso la simple presencia que despierta sensaciones agradables sin una razón en específico.
Se viven distintos tipos de flechazos. Por supuesto, esta fase no representa amor profundo y comprometido. No obstante, repercute de forma considerable a nivel psicoemocional. Cumple un rol importante como una guía para acercarse, conectar con los propios sentimientos, reconocerlos y reflexionar en torno a ellos.
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