¿Es posible que un antropólogo logre pensar, sentir y vivir tal como lo hace su objeto de estudio? Es una cuestión problemática, pues se idealizó a los investigadores de campo, pensando que siempre pueden desenvolverse con facilidad en el ambiente de estudio, entender los comportamientos, conocer lo que les rodea tal cual es. No fue sino hasta la polémica de Malinowski, que esa imagen comenzó a cuestionarse.
En lugar de discutir cómo deben actuar y asumir su papel los antropólogos, resulta más importante (aunque no menos complicado) plantear cómo pueden hacer sus interpretaciones y análisis de los grupos sociales que estudian, siendo lo suficientemente objetivos y cercanos a la vez. Al estudiar a un pueblo, deben saber qué es la realidad para ellos y su concepción de sí mismos. Puede ser difícil definir los conceptos de determinado grupo social porque muchas veces no se reconoce cuando se utilizan dichos conceptos, al ser algo simplemente natural y cotidiano para ellos.
Clifford Geertz explica que, por ejemplo, la concepción de "persona" y de sí mismos implica una gran diversidad de significados que varían entre grupos. Por ejemplo, en Java las personas sostienen que los sentimientos internos y las acciones externas son dominios independientes del ser. Su meta es mantener un balance entre ambos, adherirse a una disciplina interna y comportarse atacando reglas, organización y tranquilidad. Por otro lado, en Bali la vida se asemeja más a un teatro, como si cada persona representara un personaje y no debieran quitarse esa máscara ni revelar su papel. Su concepción de persona humana es genérica y no única.
El análisis antropológico involucra la tarea de relacionar ambas percepciones. Conectar la experiencia próxima de las personas con la experiencia distante del antropólogo. Este no puede percibir exactamente lo que percibe el otro, y siempre estará condicionado por sus propias percepciones y contexto, pero puede hacer interpretaciones que no estén tan alejadas de la realidad.
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