"Encuentro junto al mar"

Publicado el 14 de octubre de 2022, 16:24

El conjunto de nubes enormes y oscuras que adornaban el cielo retrataban el día como misterioso y lóbrego. Las salvajes olas dominaban en el mar que se extendía hasta perderse de vista y algunas gotas de lluvia comenzaban a caer. No era un día propicio para que alguien se adentrara en las aguas, pero la actitud obstinada de Seth en aquel momento le hizo ignorar cualquier posible peligro, y muy osado se decidió a comenzar su práctica de surf.

El clima sólo empeoró mientras el chico profundizaba en el mar. No era capaz de distinguir nada a su alrededor, más que las olas en las que intentaba realizar su viaje. Dejó de divisar el cielo que ya se había teñido de un color grisáceo y opaco, donde ya se observaban destellos tenebrosos de la tormenta que se acercaba.

Toda la atención de Seth se centraba en la gran ola que venía. Su seguridad le repetía lo capaz que era de dominarla, pero ésta fue más astuta y poderosa, tomó por sorpresa al chico, y con su indiscutible fuerza lo dominó, arrastrándolo más lejos y profundo dentro del océano. Aunque Seth quería regresar a la superficie para recibir oxígeno y llenar sus pulmones agotados, cada vez que lo intentaba era atraído de vuelta bajo el agua. Poco a poco, su conciencia se deslizó fuera de su cuerpo. Mientras más era empujado hacia el fondo, su fortaleza para intentar de nuevo llegar a la superficie se desvanecía, y sin pensarlo demasiado, comenzó a aceptar su lamentable destino.

Momentos después, un fuerte golpe en su pecho le hizo expulsar el agua que había tragado, comenzó a toser con desesperación y lágrimas en sus ojos aparecieron por el dolor y la presión.

 

—¿Te encuentras bien? —preguntó una voz suave.

Seth logró sentarse en la arena. Limpió las lágrimas de sus ojos e intentó distinguir a quién pertenecía aquella voz. Ninguna persona rondaba por la playa. Momentos después, dirigió su mirada hacia el mar y la notó. Parecía una joven mujer, quien se escondía tras una roca grande en la orilla de la playa.

—¿Quién eres?

—¿Te encuentras bien? —ella repitió.

El joven realizó un fugaz estudio del rostro de la chica. Mantenía una expresión inquieta, como si realmente estuviera preocupada por él. Pensó que era muy extraño que, a pesar de eso y de que ya le había preguntado dos veces si se encontraba bien, aún no se acercaba. Después de aquel análisis, lo siguiente que notó fue que el clima ya no era tormentoso., En su lugar, el cielo se decoraba de un tono azul muy brillante y animado que contrastaba con los delicados rayos del sol asomándose por las nubes. Seth quiso levantarse, pero en cuanto la chica advirtió aquello, le dijo “No te acerques”.

Se sintió bastante confundido, y más aún al observar que ella mantenía sumergido su cuerpo desde la cintura hacia abajo. Después, caminó hasta quedar lo suficientemente cerca para apreciarla mejor.    

—¿Por qué? ¿qué está pasando?

—Sólo necesito saber si estás bien, dime que estás bien.

—¿Por qué no puedes decirme qué pasa?

—No lo entenderías…

—No lo entenderé si no me dices —habló un poco irritado, y se arrepintió después por haber sonado así.

—Yo sólo te vi… —dijo ella manteniendo su cabeza hacia abajo—. ¿Cómo alguien puede ser tan estúpido para entrar en el mar con este clima? Pensé eso y me mantuve a la distancia, hasta que te vi caer y no pude abandonarte.

—¿Tú me rescataste? pero... ¿cómo?

—No debería decirte.    

La situación le parecía muy extraña. Después de varios segundos, la chica nadó más cerca de él, y lo siguiente que pudo mirar terminó por sorprenderle en gran manera. Era una cola de colores naranjas y azulados en el lugar donde deberían estar sus piernas.

—Eres… Una sirena —susurró al acercarse un poco más, tanto así que sus pies ya comenzaban a rozar el agua—. Eso explica mucho, ahora comprendo.

A través de la expresión en su rostro, ella demostró gran sorpresa por la reacción del joven. 

—¿Por qué lo dices así de tranquilo? Los demás no ocultaron el miedo y huyeron casi volviéndose locos.

—Yo también debería tener miedo... pero, por alguna razón no me siento así. Además, me pareces muy hermosa. —le dijo, provocando un cambio en el color de las mejillas de la chica—. Creo que siempre estoy expectante a nuevas cosas. Nunca se sabe lo que pasará, un día de estos podrías conocer a una sirena.

Su risa provocó en el muchacho un sentimiento que no lograba describir. Su voz era melodiosa, tranquilizante y dulce. A pesar de que aún intentaba comprender todo lo que sucedía, pensó que debía presentarse, por lo que habló una vez más.

—Mi nombre es Seth.

—Es un placer conocerte, Seth —le expresó ella con una sonrisa que iluminó su rostro y dejó un beso en una de sus mejillas—. Debo irme ahora, pero no te preocupes, nos encontraremos otra vez. Por favor, cuídate.    

 

Tras una última sonrisa, la sirena se sumergió en el mar hasta desaparecer por completo, dejando a Seth en la soledad sobre la orilla de la playa, mareado, asombrado,  junto a un corazón que latía en armonía con las olas.

 

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