
La realidad cultural pertenece a la vida cotidiana de las personas. Las decisiones y actos que realizamos son influenciados o dependen de nuestra dimensión cultual, ese ambiente y condición que predomina para nosotros. Actuamos de acuerdo a nuestra cultura. Es lo que nos distingue como seres humanos y nos otorga una identidad. Como menciona Levi-Strauss, la dimensión cultural de los sujetos sociales les impide adoptar otras formas de comportamiento o intentar nuevas cosas que se alejen de lo que tradicionalmente ya hacen. No importa que esas nuevas cosas sean útiles, siguen fieles a sus propias costumbres porque así ha sido desde el pasado.
Una concepción cultural antigua sostiene que la cultura es el conjunto de formas adquiridas de comportamiento que un grupo humano transmite mediante procesos simbólicos de generación en generación. Sin embargo, al referirnos a la cultura, no sólo se abarcan tales procesos simbólicos, sino también una dimensión de la existencia social que involucra cada aspecto y todo lo que hace una sociedad en su vida diaria natural. Desde ahí surgen dos visiones que explican la dimensión cultural en la vida social: la de Lévi-Strauss y la de Jean-Paul Sartre.
Lévi-Strauss dice que la vida social debe estudiarse de acuerdo a la existencia de leyes precisas que rigen al mundo. Reconoce estructuras dentro de la sociedad, códigos y conjuntos de normas. Todo ello es lo que determina el comportamiento de las personas. Por su parte, Sartre menciona que ese comportamiento en realidad se rige por su libertad como individuos, pues los seres humanos son tan complejos y peculiares, que no pueden existir leyes universales estrictas que definan toda su vida y permitan estudiarla así. Su planteamiento aquí se conjuga con la idea de Heidegger, que la vida humana no es una variante de la vida animal. Las personas tienen comportamientos que surgen únicos y propios, no solamente los evolucionados de la animalidad (entendida también como referencia a los procesos solamente vitales o funcionales de los seres vivos).
Debido a que cada grupo social se desarrolla bajo una dimensión cultural diferente, estos viven, actúan y perciben las mismas cosas, pero de distinta manera. Por eso existe tanta diversidad de modos de vida y pensamiento en nuestro mundo. Asimismo, todas las formas de comportamiento humano en las sociedades pueden ser válidas. Aquí conviene detenerse a pensar. Si cada grupo social tiene la “pre-condición” cultural que explica sus razones de actuar, pensar o ser, ¿es correcto o no juzgarlas desde miradas distintas? Al validarse, ¿realmente se justifican todos sus actos? por ejemplo, las prácticas que atentan contra los derechos humanos universales, como la mutilación genital femenina en el Medio Oriente y el matrimonio infantil en comunidades mexicanas. Son cuestiones complicadas que requieren de un detallado proceso de reflexión y análisis.
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